SOY
JOVEN, treinta años
y el último poema
es una camisa
con tu dirección anotada
en el cuello doblado.
Regálame dos días,
un sobrenombre,
tres wasaps,
y déjame dormir con Montaigne
antes de besarte
en el camping
donde los chavales
bailan con la desproporción del
humo,
que la antigüedad
será el amanecer.
Dentro de mí
tengo una habitación desordenda,
vivo descalzo
y hay un archivo
lleno de mapas
que no quiero extender.
Y siento miedo
de lo que no me infunde miedo.
Y nunca imagino
que el azar
coloca sus cámaras de vigilancia
para grabar las influencias del presagio
Sé que narras mis indefiniciones.
Porque has insonorizado
octubre
y la estadística
ya no es lo que me pasa.